Estamos en, casi, ninguna parte... (A. Dolina)











sábado, 28 de junio de 2008

"Desde adentro, toda obra es un fracaso"



(Lisa Gerrard & Hyperborea)


"El poeta no tiene otra alternativa que inventar o crear otros mundos. La poesía crea realidad, no ficción".

Así comienza, Roberto Juarroz, a desgranar una serie de ideas relativas a la esencia (o existencia) de la poesía, de una forma que hubiéramos querido hacer nuestra, todos los que habitamos jornadas imprecisas entre el gozo y el espanto de la palabra.
Preguntado por qué se escribe, por qué se lee, por qué el alma del escribiente no necesita pensarlo dos veces al elegir entre hacer zapping con un paquete de papas fritas en la mano y sentarse a desangrar adverbios sobre un papel, sobre un teclado, a la orilla de un alma; bien se pueden tomar por respuesta las palabras del autor, quien afirma que la poesía es "la mayor realidad posible porque es la que cobra conciencia real de la infinitud."

-Demasiado poder- dirán los escépticos, mientras pelan naranjas sobre la mesada.

Y el poeta continúa, sin escucharlos, continúa.

"Me subyuga el amor que se funda y sustancia en estos espacios vivos y la libertad radical de ese amor, que ya no hace distingos entre expresarse y comunicarse, entre soledad y compañía, entre ausencia y presencia, entre voz y silencio, entre amar y pensar, entre todo y algo. La palabra transfigurada de un hombre solitario puede recoger allí, por abajo, el gesto misterioso y absurdamente magnífico de la humanidad. La poesía puede entonces proyectar ese gesto y abolir en un acto de amor la distancia entre el hombre y los objetos, entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, entre el hombre y la muerte. Más que un vacío, esas distancias son el músculo al que es posible dar vida con el nervio de la visión creadora, con el tatuaje inusitado de la palabra en función y explosión de ser, para mover así el mundo. La realidad está donde queremos que esté, donde somos capaces de engendrar una forma."

Entonces, se me ocurre pensar en arquitecturas verbales que fundan espacios para las regiones olvidadas de la existencia; que dibujan la rayuela donde se juegan la vida los esperanzados y los cultivadores de ilusiones; que extienden los brazos para acunar el sueño de los que no quieren despertar.

Pienso en poesía y pienso en posibilidad, en el vacío urgente de los papeles en blanco. Me pregunto, entonces, si el fenómeno puede captarse con alfileres para exhibir luego el cadáver en la vitrina del laboratorio. Y se me ocurre que no.

Si la realidad es algo inasible, si la poesía es realidad...

Después de todo, "Toda vida es sólo un amago, el anuncio o comienzo de un gesto. También la poesía es un amago, pero su ademán permanece, como si fuera algo más. El hombre y su lenguaje empujando implacablemente sus límites, desvestidos de todo cuanto no sea límite, desvistiéndose de aquello que ahora lo es. Suprema afirmación, es también lo más cercano a la suprema negación. La grandeza concreta de la poesía, como la de la vida, consiste en no estar hecha. Un salto siempre más allá, el salto que nos hace posibles."

¿Es que puede concebirse la poesía, no como un hecho, sino como una proyección hacia la posibilidad de ser?
Supongo que eso coincide con su idea de que "Desde adentro, toda obra es un fracaso." e imagino un arco en su momento de mayor tensión, el instante mismo de una detonación, la energía contenida siguiendo las coordenadas espaciales precisas sin llegar jamás al momento del reposo.

Empiezo a sospechar que la poesía es algo así como una implacable máquina de movimiento continuo.


Fragmentos extraídos de: Roberto Juarroz Poesía y creación. Diálogos con Guillermo Boido (Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1980)

6 comentarios:

Daniel Os dijo...

¿El artista crea realidad en vez de ficción o vive una realidad distinta al resto de los peatones, que al relatarla ingenuamente es percibida como ficción?

Al no saber cuándo regresará Apolo a contarnos qué vió en Hiperbórea, te agradezco IA estas imágenes que compartís en tu blog, cargadas de tanto misterio y tanta realidad. Hiperrealidad.

Me pregunto si en el arte realizado con computadoras los resultados son exactamente lo que estaba en la mente del artista o si el artista va "administrando" los recursos y efectos de su programa hasta quedar conforme con los resultados que le van apareciendo en pantalla.

La perfección de los acabados habla de algo superior a las técnicas artesanales aunque los patrones repetidos en las texturas transmiten una perfección industrial y deshumanizada.

Nunca sabré dónde estaba el artista, si pudiera repetir su obra, si fue azarosa, o si otro operador de ese programa pudiera crear lo mismo sin haber visto Hiperbórea nunca antes. Entre esos reflejos perfectos, asoman brillos e imágenes que no están en la composición, algunos están incluso detrás del espectador, pero Escher (y hasta el maestro Vincent) para ilustrar lo que ocurre a sus espaldas no tiene más remedio que aparecer entre los reflejos de la esfera.

Imágenes fantásticas y a veces fastamales de mundos quietos que generan tensión, a mitad de camino entre los surrealistas y La Guerra de las Galaxias, aunque sin vida… pero seguramente reales.

Consecuentes con estos ambientes que me dejan tantas dudas, los holandeses Willem y Madeleine son también unos geniales escultores que permiten ser disfrutados en su sitio web: http://www.hyperborea.nl/

Steki dijo...

Siempre lindo leerte, María bonita.
Y tus fotos son un regalo para los ojos.
BACI, STEKI.

María dijo...

Sospecho que es ineludible recorrer la biografía del autor, para poder aprehender más completamente la obra, para poder anudar cabos sueltos.
A veces parece mejor negarse, contemplar en un estado de absoluto desconocimiento del contexto de producción pero, sin esos parámetros, toda apreciación cae en saco estrecho unos minutos después de la primera aproximación.

Cuando se intenta ir un poco más allá, responder ciertas preguntas que surgen naturalmente al pisar el umbral, parece una pérdida importante el desconocer aspectos relativos a dicho contexto.
En este caso, el link aportado, Daniel, me abrió los ojos a ciertas cuestiones y me sumergió en el repaso de mis torpes concepciones acerca del Arte, del artista, de la función estética y los nuevos soportes y medios.

Me permitió comprender cierta obsesión, por ejemplo, con los objetos, con el espacio; ciertos vicios propios de quienes acostumbran el ejercicio de la tridimensión.
¿Será, como parece, una simple cortedad de ideas? ¿Un atarse innecesariamente a una marca de estilo? ¿Un simple negocio fundado en la capacidad infinita de la seriación?

Creo que la discusión acerca de la evolución del arte en estos tiempos de anticipado post-mortem implica la observación crítica de esos nuevos formatos.

Creo que la asociación entre el título, el video y el texto, tiene que ver con esto, precisamente: me generan más preguntas que respuestas acerca del hecho estético. Todos esos signos de interrogación se cierran en uno solo...

La búsqueda de ese punto de inflexión, de ese agujero negro que absorbe la distancia entre el hombre y los objetos, instalando un terreno efímero, fugaz... en el que la representación y el observante se consubstancian. En el que juegan, por un momento, al "dale que..." un emisor y un receptor dispuestos a dejarse llevar por las reglas de la ficción.

¿En qué momento el Arte se empantana en las trampas del artificio?

María dijo...

Gracias, Steki.
Aunque, en este caso, el mérito va para los autores.

Saludos

Claudia Sánchez dijo...

Perdón que meta la cuchara, pero creo María que en este medio, abierto a la comunidad, como quien dice, puede pasar todo tipo de gente que no necesariamente debe conocer sobre la historia del arte y las letras. Y no por eso deja de ser un aporte. Y no por eso deja de gustar.
Específicamente sobre Hiperbórea. El hecho que sea digital y que se obsesione con lo tridimensional y los espacios y objetos y texturas y superficies (como mares y cielos infinitos), no les quita mérito.
Pensemos en Dalí y en los simbolismos que utiliza hasta el hartazgo, en su obra plana.
Pensemos en cuán fácil nos resultaría, a los que gustamos medianamente del arte, en identificar a, por poner algunos ejemplos, aparte de Dali, Degas, Monet, van Gogh, Lautrec, Gaughin, Botero, D.Rivera, Picasso, Miró, Cezanne. Todos utilizan la repetición de recursos, otros recursos, de otros tiempos.
Y también creo que parte de la clave está en el título, que quiere transmitir parte de la idea del creador y nos puede ayudar a una mejor comprensión del mismo.
Aunque estoy convencida de que deben ser muy pocas las obras artísticas, de cualquier género, que logren transmitir tal cual la idea matriz. Simplemente porque una vez plasmada y puesta a la luz, no puede evitar la subjetividad del receptor.
Besos,

María dijo...

Está claro, Claudia.
Elijo los tópicos en función de los hilos que intento ir desatando y considero dentro de las posibilidades, que algunos motiven diferentes impresiones o incluso ninguna.
Eso es independiente de lo que le da la razón de ser al post.
Las derivaciones, cercanas, lejanas, inexistentes, son parte del trato.

Toda intervención es bienvenida, ya que la discusión ha comenzado poco después que un señor apoyó un dedo teñido de carbón en la pared de una caverna y continuó por milenios, explicitada o no, en la investigación de las posibilidades de un material o la elección del diseño más adecuado para acatar la voluntad de los dioses; en los baños públicos de la Roma Imperial o en las oscuras buhardillas de los pensadores medievales; en la negación de los dadaístas y la búsqueda cientificista de los naturalistas que parieron a Zola.

No termina con nuestros contemporáneos (a pesar, insisto, de ciertos agoreros que vienen anunciando desde hace décadas que el Arte ha muerto).

Por eso me pregunto dónde están los límites de lo artístico: cuáles son los méritos de la técnica, cuáles los de la realización, cuáles los del "concepto".

Y me encuentro con un problema compositivo que tiene que ver con el ritmo: claro que es deseable la repetición (de un motivo, de una estructura). Es lo que permite una lectura más o menos coherente.

Ahora, el ritmo estéticamente deseable se encuentra a mitad de camino entre la absoluta arbitrariedad en la organización de la composición y la lisa y llana repetición.

Debería ser, a mi juicio, algo imperceptible.

En el Arte digital, dado que el grueso del efecto visual está dado por los programas utilizados, cabe pensar que la mano del artista pasará por el dominio de la composición: cosa que no incluye la simetría o la repetición mecánica de secuencias, sino algunas soluciones más elaboradas.

Sin embargo, la obra me cautiva de la misma forma que esa frase de Juarroz: "Desde adentro, toda obra es un fracaso".