Estamos en, casi, ninguna parte... (A. Dolina)











martes, 18 de agosto de 2009

"La vida es sueño" (Un rejunte insolente...)

Advertencia preliminar: Esto es algo así como un imperdonable cadáver exquisito armado desde la más arbitraria y sórdida de las trincheras -sí, desde ahí-.
Bueno, largamos (en caso de sospechar de que nada encaja con nada, déjese de vueltas y confírmelo sin asco).


"Acto II: Segismundo ha regresado a la prisión y Clotaldo le convence de que todo lo que ha vivido ha sido un sueño.

SEGISMUNDO


Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es hasta despertar.
[...]

Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son."




Y si de citar se trata, que parece que así serán las cosas hoy, podría rematarse con aquello de solo "somos un punto, un punto de luz".

Digamos que un baldazo de agua fría en las espaldas del ego ensoberbecido. En definitiva, de última, en última instancia -elija la locución que más le cuadre, lo mismo dará- hasta el grito más desgarrador terminará asfixiado entre las falanges del tiempo; las lágrimas más abundantes se secarán para siempre en el desierto de la soledad más absoluta (porque es desde ahí y hacia ahí donde vamos/venimos, elija hacia dónde quiere extender la mirada, es la misma arena y son las mismas lágrimas).

"Nos vamos meciendo en un gran ataúd" y tenerlo presente resulta bien para comprender que no hay medida para el dolor que pueda verse desde tan lejos.

No hay en la tierra ni fuera de ella quien pueda escuchar el gemido. Antes de producirse ya se redujo a nada -y con él- el dolor del alma que lo provocó -y con él- el alma herida que creyó absurdamente que el sueño podía ser algo más que eso.


Sueña el que canta:

"Mi vida, fuimos a volar
con un solo paracaídas,
uno sólo va aquedar
volando a la deriva.
Vivir así no es vivír
esperando y esperando
porque vivir es jugar
y yo quiero seguir jugando.
Le dije a mi corazón
sin gloria pero sin pena
no cometas el crimen, varón,
si no vas a cumplir la condena.
[...]
No te preocupes, Paloma
hoy no estoy adentro mío
tu amor es mi enfermedad
soy un envase vacío"

Lo último de Andrés Calamaro, más arriba algo de Aute y al principio, cuando la entrada prometía lo que nunca cumplió, nuestro queridísimo Pedro Calderón de la Barca.

Un aplauso para los musiqueros...


* Advertencia a deshoras: lo de cadáver exquisito iba, no por el género poético de neto corte surrealista y colectivo, sino por los restos sangrantes cortados a tijera.
Citado involuntario: lo de "rejunte insolente" es un plagio liso y llano capturado en regiones más afortunadas del universo.

Y ya que estamos... donde dice "regiones más afortunadas" por más que se disimule muy bien, hay un link.

sábado, 1 de agosto de 2009

Denegación

Si, como afirma el griego en el Cratilo
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de "rosa", está la rosa,
y todo el Nilo en la palabra "Nilo".

J. L. Borges


El lenguaje tiene la curiosa propiedad de distanciarnos de las cosas, de las personas, de nosotros mismos. Ponemos la palabra ahí, donde no está el nido -si vale la pampeana metáfora-.

Dicen, las gentes... dicen y el decir es forma de tomar una porción de realidad, examinarla entre las manos, valorar su peso y tamaño, para dejarla luego en un estante vacío al que no se piensa volver jamás.

Decimos para recordar el olvido.

La palabra escudo, la palabra nudo frágil, la palabra humana que deshumaniza lo evocado, que lo objetiva, que lo nutre, lo construye y lo desarma con la misma mirada impávida; que promete, amenaza y sentencia la muerte y resurrección de lo nombrado.

Usted dice -por ejemplo- "para siempre" y antes de medio segundo después, obra el contrahechizo: la eternidad muestra su fecha de vencimiento en el revés del dobladillo.

Sin embargo, suponga que ejerce el supremo derecho de la denegación, haciendo de cuentas que Lacan es un viejito sordo que ya nadie lee. Entonces, al principio de realidad le urgirá demostrarle que, paradójicamente, la inexistencia niega la posibilidad de negar. Dicho de otra forma, toda proposición que contenga a la cosa, aunque negándola, no hace más que rubricar su evidencia.

Dialéctica verbal: negamos al nombrar y al negar predicamos la existencia.

Convénzase de una buena vez... hablar es un simulacro del juego de la vida y una de sus propiedades fundamentales es la evanescencia, las reglas caducan irremediablemente al momento mismo de pronunciarlas; puede usted sacudir sus zapatos sin el menor atisbo de vergüenza y seguir caminando con las manos en los bolsillos mientras acerca la lengua húmeda a los oídos de los circunstanciales paseantes.

Mientras tanto, el mundo (el discurso) sigue girando.

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