Estamos en, casi, ninguna parte... (A. Dolina)











viernes, 27 de noviembre de 2009

Crimen perfecto

Abrió el maletín con ademán resuelto y observó complaciente cada uno de los preciosos instrumentos. Deslizó los dedos enguantados en los cantos, apreciando con morboso placer la superficie impecablemente lustrosa del acero que delataba la silueta de las herramientas que con tanto orgullo había reunido.
Las tantas veces observadas, lustradas, ordenadas.

Sólo la dedicación y esmero de un paciente y prolijo coleccionista podía haber logrado tamaña obra con el magro presupuesto de un empleado público.
Era bueno, sí que lo era.

Uno a uno fue disponiendo con deliciosa pulcritud los adjetivos más agudos (que estaban sobre el costado izquierdo del fieltro azul), los adverbios más largamente poderosos, un verbo especialmente determinante para la ocasión: sin perder ni un segundo los fue eligiendo y aplicando con ademanes quirúrgicos.

Las sienes, la nuca, los hombros.

Terminó pronto.

La obra está hecha, se dijo.

Sonrió y pensó con quién pasaría el fin de semana ahora que las sienes tantas veces y tan tiernamente besadas estaban demasiado pálidas como para hacer juego con sus camisas.

Ni siquiera fue preciso limpiar los aceros, se dijo.
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martes, 10 de noviembre de 2009

Refutación del regreso

Penélope, los lunes, guardaba las agujas.

Lo hacía bien de mañana, con la esperanza [no de la vuelta, sino] de la llegada del olvido.

La madrugada del martes comprobaba, con ahogada impotencia, cuán largo y extenso era el tejido de la memoria.

Y volvía a anudar los extremos.
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domingo, 8 de noviembre de 2009

Presente imperfecto

De haberlo sabido, hubiera dejado crecer dos o tres adjetivos más o menos oscuros, cultivado un almácigo de gerundios huecos y torvos, regado una docena de participios inútiles; para ofrecérselos en ramo a la certeza-el día que pasara frente a mi puerta- de que nadie vuelve jamás.
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