No me pregunten cómo.
Finalmente, lo consiguió.
...Que cuándo o por qué se lo propuso?
Creo que nunca o por razones confusas e inexplicables.
Empezó a suceder de a poco y en un pacto silencioso donde todo se dio por sentado.
Brotaron los párrafos en letra pequeña y quedaron fijados los términos y las condiciones que nadie conoce pero que todos sabemos.
Las condiciones y los términos son siempre uno: el débil, pierde.
No fue sencillo al principio.
Tenía la mala costumbre de persistir en el espacio, ya lo saben.
Además, están las cuentas de la luz y está el teléfono que suena de vez en cuando por aquella promoción de dos por uno.
Sin embargo, mitad por impericia o desgano,
un poco por evitar los cimbronazos del destino o el desencanto de la verdad
mi sombra comenzó un buen día a volverse decididamente transparente.
Primero fue un cambio imperceptible,
en la tonalidad, la consistencia o en la precisión los bordes,
que es donde primero empieza a desdibujarse una sombra decente.
Alguna mañana faltaba una mano, o las dos.
Otras, la cabeza.
Últimamente, a la transparencia hay que sumarle... -restarle- algunas modificaciones en el talle o la proporción.
Con decirles que sólo queda un pequeño hilo que se desliza, tímido, detrás de mí...
Las voces o el ruido de las pisadas lo silencian casi hasta desaparecer.
Una tarde tuve que arrancárselo del pico a una gaviota que lo alzó en el aire y se llevaba el hilito sedoso y leve mar adentro, sin preguntar.
Hay un muñón (tal vez un brazo) que surge, a veces, de improviso,
para abrir una puerta o decir un adiós.
Pero eso ya casi no sucede.
Sé que un día de éstos -pongamos, un martes- acabaré acostumbrándome y ni siquiera sentiré pena o nostalgia.
Es que, dentro de mí, no sé desde cuándo o por qué (tal vez sabía y lo he olvidado) también hay algo que comienza a desdibujarse.
.
Estamos en, casi, ninguna parte... (A. Dolina)
jueves, 12 de agosto de 2010
martes, 10 de agosto de 2010
Antes que nada
Pedirte
solamente
que dejes de susurrar
en lo obscuro
solitarias miradas de nube
y que aprenda la sombra
cuánto cabe de luz
en tu voz al hablar.
Es preciso,
esta vez,
saber en qué rincón del cielo
vas a enseñarme a volar
antes de que el azul
que te nombra
se me oculte detrás.
No quiero
-no permitas-
excusas ni galeras con palomas
tímidas que huyan
cada tarde a su destino
al otro lado del mar.
Pedirte,
de momento
bajo el brazo, me dejes llevar
este tibio almohadón de sueños
para cuando el viento
en su hombro
me invite a descansar.
domingo, 1 de agosto de 2010
Tiempo muerto
Vale llevarse los minutos y las cicatrices
y los tiempos improbables del después.
Vale que no quede memoria ni amanecer
ni postigos que no se abran
ni unidades de medida
mezquinas e inútiles para enredar a la eternidad.
Vale dejar la nota junto al reloj.
y los tiempos improbables del después.
Vale que no quede memoria ni amanecer
ni postigos que no se abran
ni unidades de medida
mezquinas e inútiles para enredar a la eternidad.
Vale dejar la nota junto al reloj.
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