Estamos en, casi, ninguna parte... (A. Dolina)











viernes, 25 de julio de 2008

Fragmentaria

Rápido.
Muy rápido.

Tan rápido como lo requiere la urgencia de consumir el presente en una carrera irracional hacia ninguna parte. La velocidad es un signo en la superficie de la conciencia globalizada.

Así transcurre el Ser, sobrenadando en el éter virtual, ese feudo necesario en el que se desdibujan las geografías de la identidad.

Premeditadamente, decidimos recortar una silueta precisa en el espacio web: una silueta destinada a suplantar otro recorte, el de la otredad, en la superficie del Yo. Y ese recorte, fugaz, preciso, viene a tomar la posta en el terreno del desencuentro. Y emprende la carrera: rápido, cada vez más rápido.

Velocidad y fragmentación en el recorrido de un mapa en el que el signo del signo de este presente demencial es el único tiempo posible.

La identidad virtual es, de alguna forma, la utopía de la multiplicación que pretende agostar los límites espaciales y temporales.

Un soplamocos absurdo e inútil a la faz bastarda de la finitud.

¿Qué otra cosa son esos recorridos tambaleantes, ese caminar tortuoso entre nodos inexistentes? Ese no saber cómo, ni cuándo, ni desde dónde se llegó adonde se llegó (si es que la llegada es un territorio posible).

La red puede (y quiere) ser un paseo entre vidrieras que muestran lo inexistente.
Solo un retraso en el camino hacia ese lugar donde no queremos llegar. Un tentempié de lecturas rápidas, breves. Lecturas incompletas de la realidad que vienen a ocultar malamente la sombra de un vacío cuya extensión se mide en gigabytes.

¿Qué sucede en la mente cuando nada sucede?
¿Qué sucede cuando la velocidad es tal que nos lleva con la premura del rayo hacia ningún lugar?
¿Dónde se está cuando se transita en el espacio ilusorio en el que se puede estar en todos lados y al mismo tiempo en ninguna parte?

Homogeneidad, fragmentación, un salto fugaz hacia la nada: la multiplicación infinita de la banalidad en un recinto de espejos, donde nadie realmente es quien dice ser, pues nadie sabe quién es, en realidad.

Aun a riesgo de confundir desencanto con verdad; frente a la pared boreal de este cuarto de espejos, hoy, aquí, habré de detenerme. Habré de pegar el salto desde este rincón final del discurso, fragmentario -como yo-. Lleno de hoquedades y precipicios, lleno de vacíos que se agigantan.
Habré de detenerme, solamente para intentar saber quién fui antes del principio.





El video es cortesía no demasiado voluntaria de "agusacosta".

10 comentarios:

Andrés dijo...

Es que las emociones también se han fragmentado. Y las vocaciones y los deseos.

A veces es romperse o morir.

Steki dijo...

Caramba, María bonita, parece que estuviste filosofando lindo!
Cuántas preguntas!
Ya encontraste las respuestas?
Muy lindo leerte, amiga.
Buen finde!
BACI, STEKI.

Claudia Sánchez dijo...

Me parece que sos el blogfantasma babilónico de Lara.
Habrás de detenerte si encontrases la fuerza de hacerlo y aún habiéndolo hecho, fueses capaz de resistir la tentación de volcar a esta nada virtual todo tu espléndido ser, fragmentado en miles de luces brillantes, que alumbran de distintas formas, allí donde la pongan.
Solo falta una luz, esa que es especial y es la que nos mantiene en el límite de la cordura.
Y a veces está bien que falte, ser cuerdo puede ser muy aburrido.

Daniel Os dijo...

Para subrayar la confusión, afirmaré que antes del principio eras yo. Es que mi punto de vista es tan válido y volátil como el de cualquier otro que se detenga en tu lectura. Y le ocurrirá a cualquiera (y a todos, que todos somos cualquiera) que antes de tu principio mi realidad te desconocía, y que el desconocimiento de la existencia ajena nos individualiza. No soy el mismo que antes de saber que existen Buda, Carla Bruni o Ponciano Cárdenas, pero antes de sus principios (para mí) yo era yo. Luego, eso fuiste antes del principio: yo.

Casi como aseverar que los tiempos previos al principio debieran considerarse Caos, someto la teoría a juicio sólo porque desde esa perspectiva no queda clara la fecha del principio, el caos continúa al Caos con la diferencia de haber ensayado en el entretiempo un principio.

Este laberinto de espejos, frase que la última vez que la leí fue para despedir a Ícaro, nos enfrenta a una realidad tan virtual como la real, el imperio del alma oculta tras un rostro inventado, el gobierno de los prejuicios y la lucha por pertenecer, cuando no liderar, en foros poco probables. Los mismos nodos inexistentes, la misma homogeneidad, la misma fragmentación y la realización de la misma oferta de multiplicidad que vivimos saliendo de la oficina camino al potrero, hundiendo en barro criollo zapatos de imitación italianos.

La misma eternidad hecha de ausencia, sólo que los gigabites que cargan la mochila virtual no dislocan las vértebras.

Daniel Os dijo...

Busco colaboración.

No dejo claro, por no tenerlo, qué había antes de mi principio ni cuándo el caos sucedió al Caos. ¿Definiría así al mismísimo inicio de los tiempos, apenas el mío o me encontraría con la evitada respuesta a qué es el fin?

Claudia Sánchez dijo...

Hago un retiro voluntario de la virtualidad fragmentaria por tiempo indeterminado. Seguí siendo siempre faro.
Hasta más ver!

Daniel Os dijo...

Esto no tiene ninguna lógica… hasta los discos duros del Paleolítico demoran menos en desfragmentarse.
No tengo problema de seguir releyendo lo escrito hace rato, pero regálenos algo nuevo, por favor.

Anónimo dijo...

inmensidad, se la extraña por por los pagos virtuales

los blogs de clarín piden a gritos algo de lucidez...


saludos!

jmg

Claudia Sánchez dijo...

Mariiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaa!!!!
Va para 3 meses... eso no vale!
Hasta yo cambié de blog en tanto tiempo....

Claudia Sánchez dijo...

Tres cosas:
1- Poné un contador de visitas, así verás la gente que pasa una y otra vez a leerte.
2- Cambiá mi link.... porque tanta gente que pasa por aquí si me quiere visitar, se encuentra con una puerta cerrada
3- Somos los más egoístas del mundo: volvé, necesitamos de tu luz.

Te quiero mucho,
Besos,