Estamos en, casi, ninguna parte... (A. Dolina)











domingo, 19 de septiembre de 2010

Media hora

"Tu tiempo es, ahora, una mariposa,
navecita blanca, delgada, nerviosa..." (S. Rodríguez)



¿Será el tiempo y su hilo invisible y fatal el que habrá anulado para siempre toda posibilidad de encuentro fuera del túnel?

... o el hecho de que no es un hilo único, sino que cada uno lleva un carretel diferente en el bolsillo. En ese caso, inútiles todas las formas mecánicas de burlarlo e intentar siquiera un cruce, una intersección que desmienta el vacío y el silencioso vaivén de las palabras que fluyen en él.

Vano, todo intento de esperanza mientras se mira el reloj.
Ya pasó.
Nunca vendrá.
Lo mismo da.

El tiempo es el único compañero de ruta de principio a fin del devenir.

Y el espacio... la encrucijada en la que el cuerpo se tiende a esperar el olvido.
(Aunque algunos sostengan, con pragmático afán, que se trata de la parada del 103.)

10 comentarios:

Orfeo dijo...

TA MUY BUENO....BASTANTE PROFUNDO DIRIA YO..ES TUYO?...:o..=)

María dijo...

Si hubiere profundidad -cosa difícil- se deberá a alguna lectura, más que nada.

Daniel Os dijo...

Me impactó la posibilidad de los carreteles individuales como conjetura de que cada uno tenga su propia línea del tiempo con su sistema métrico independiente.

Sin embargo me inclino por una creencia menos arriesgada, más convencional y seguramente con menos permisos para destacarse… la sensación de que creyéndonos personas individuales en realidad olvidamos pertenecer a una especie que es una masa uniforme, infinitamente diminuta en el universo, y para la cual el paso de millones de años representa apenas un soplido.

Lamentablemente, desde ahí, lo mismo da ser ingeniero, poeta, general o televidente… somos apenas células de una masa orgánica que poco nos necesita y fácilmente nos reemplaza. El tiempo transcurrido entre el inicio y el final de nuestras finitudes son pretenciones, fruto de no parecernos al mamut o al carbón por tener inteligencia, que nos confunde.

Poderoso disparador su texto, amiga María, lamento quedar a mitad de camino… que es el camino de todo.
D.

miralunas dijo...

hi, María!
llego a los blogs atraída por el avatar, el nombre del blog o un comentario que me llamó la atención.
ahora mismo llegué desde el espacio de Daniel Os, donde dejaste ese "ouch..." tan específico.
bueh!... qué suerte mi curiosidad!
qué interesante ésto, Piba!

andaré en un rato curioseando más.

será un placer, seguro.

María dijo...

A curiosear que para eso está, entre otras cosas.

Y lo del "ouch", lejos de ser un comentario, es la respuesta del sistema nervioso autónomo ante las oportunas agudezas del arriba firmante.

Gracias a ambos por pasar.

Anónimo dijo...

Esta es mi primera visita i tiempo aquí. He encontrado cosas interesantes para muchos en su blog sobre todo el debate. De las toneladas de comentarios sobre sus artículos, creo que no soy el único que tiene toda la diversión aquí! mantener el buen trabajo.

Anónimo dijo...

Me gusta el diseño gráfico y la navegación del sitio, agradable a la vista y buen contenido. otros sitios son demasiado llena de suma

María dijo...

¡Muchas gracias, Anónimo!

negro, gordo y quilombero dijo...

Hola María.
Déjeme compartir algunos aspectos relacionados con su poética afirmación.
El espacio tridimensional en el que vivimos, es la pantalla en la que se proyectan fenómenos que tienen lugar en otras siete dimensiones ocultas, fenómenos como la vida y la conciencia.
Y el tiempo que vemos transcurre imperturbable y monocorde, tiene adosado paralelamente un "antitiempo", una clase de tiempo que no viaja de un pasado a un presente y a un futuro, sino que contiene a todos en uno. La eternidad. En un momento somos mortales, al segundo somos inmortales. Claro, esta experiencia es inenarrable, inefable, intransferible al mundo de los minutos que transcurren, la vigilia.
La parada del 103, es un reducido espacio muy particular. Puede albergar a miles de personas, miles de ilusiones realizadas cuando después de la espera, el bondi llega y la certidumbre de la vuelta al hogar, del abrazo y el beso a la pareja, a los hijos, aparece casi al alcance de la mano.
O la fatalidad de la decisión tomada y "acá no vuelvo más", entre otras.
Saludos y feliz 2011.
Julio

María dijo...

Sin ánimo de recordar platónicas alegorías, no dejo de pensar en el dilema: dónde la proyección, dónde el fenómeno. ¿Es el fenómeno su proyección?

Ausente Julio, gracias y el mismo augurio para vos.