Estamos en, casi, ninguna parte... (A. Dolina)











sábado, 1 de agosto de 2009

Denegación

Si, como afirma el griego en el Cratilo
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de "rosa", está la rosa,
y todo el Nilo en la palabra "Nilo".

J. L. Borges


El lenguaje tiene la curiosa propiedad de distanciarnos de las cosas, de las personas, de nosotros mismos. Ponemos la palabra ahí, donde no está el nido -si vale la pampeana metáfora-.

Dicen, las gentes... dicen y el decir es forma de tomar una porción de realidad, examinarla entre las manos, valorar su peso y tamaño, para dejarla luego en un estante vacío al que no se piensa volver jamás.

Decimos para recordar el olvido.

La palabra escudo, la palabra nudo frágil, la palabra humana que deshumaniza lo evocado, que lo objetiva, que lo nutre, lo construye y lo desarma con la misma mirada impávida; que promete, amenaza y sentencia la muerte y resurrección de lo nombrado.

Usted dice -por ejemplo- "para siempre" y antes de medio segundo después, obra el contrahechizo: la eternidad muestra su fecha de vencimiento en el revés del dobladillo.

Sin embargo, suponga que ejerce el supremo derecho de la denegación, haciendo de cuentas que Lacan es un viejito sordo que ya nadie lee. Entonces, al principio de realidad le urgirá demostrarle que, paradójicamente, la inexistencia niega la posibilidad de negar. Dicho de otra forma, toda proposición que contenga a la cosa, aunque negándola, no hace más que rubricar su evidencia.

Dialéctica verbal: negamos al nombrar y al negar predicamos la existencia.

Convénzase de una buena vez... hablar es un simulacro del juego de la vida y una de sus propiedades fundamentales es la evanescencia, las reglas caducan irremediablemente al momento mismo de pronunciarlas; puede usted sacudir sus zapatos sin el menor atisbo de vergüenza y seguir caminando con las manos en los bolsillos mientras acerca la lengua húmeda a los oídos de los circunstanciales paseantes.

Mientras tanto, el mundo (el discurso) sigue girando.

.

3 comentarios:

Claudia Sánchez dijo...

Sí, si, si. Por eso prefiero siempre la escritura, atemporal y eterna. Y dice lo que dice que dice.

Besos Bonita,

Daniel Os dijo...

Y aquello de que las palabras se las lleva el viento, ¿denuncia la existencia del arrepentimiento conspirativo o apenas la del viento?
D.

CaZp dijo...

Chanfle con esto de los decires.
Y es que también construímos nuestra realidad con palabras.
Si es que existe una realidad.
Y si es que existen las palabras.

Mucho para mí y más el día de hoy.


Bellos paisajes =D