Una barba extrañamente azul
Tres hermanas que fueron solo una
El amable paseo por la campiña de la seducción
Historias deliciosas, manjares exquisitos, un castillo
Un viaje, un llavero, una puerta secreta
La llave, libertad encarcelada y "todo lo que le apetezca a tu corazón"
Tres pisos de altura y cien puertas en cada ala
La necesaria bajada al sótano, la habitación prohibida
Huesos ennegrecidos y sangre
Sangre y huesos ennegrecidos
Llave y lágrimas
Carmín chorreante en el blanco delator de la falda
Crin de caballo, cenizas, fuego...
Inútiles para olvidar el recuerdo
Para ocultar lo evidente
Demasiado tarde
-Ahora te toca a ti, señora mía-
¡Sólo un poco de tiempo!
(Es necesario preparar el alma para morir)
La huida escaleras arriba
El rescate de un racimo de gritos mudos
Un torbellino que sube desde el horizonte
Una maraña de espadas y buitres vengadores
La victoria de los débiles
Libertad
en el alma
3 comentarios:
No soy tan débil como para que el apelativo débil me duela. Quiero mi porción de victoria… libertad en el alma.
D.
Hola María.
Llego a tu blog, a leer una intervención tuya en http://weblogs.clarin.com/eltoquemactas/archives/2008/04/que_frase.html.
Quisiera saber de qué libro de Galeano es la frase que citaste.
Muy buena la pagina.
Muchas gracias
trampaluz@hotmail.com
Hola. La frase es de "El libro de los abrazos". Está dentro del capítulo titulado "Crónica de la ciudad de Buenos Aires".
Lectura muy recomendable, por cierto.
Gracias a vos por la visita.
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